martes, 28 de mayo de 2013

Historias felices para días tristes (Y viceversa)

Era un día como hoy, pero mas triste. Ambos nos sentamos como indios y empezamos a charlar. La tarde terminaba de llorar y el susurro de fondo nos hacía sentir un poco mas humanos luego de esa imponente, pero inofensiva lluvia.

-Que hacemos ahora?- Anime a preguntar
-Nada, creo que lo conveniente ahora es ir a casa, Ka esta cocinando algo rico, según tengo entendido.
-Esta bien, después llevame a lo de mamá.
-Bueno- Dijo el, mirandome de una manera bastante absurda. O mejor dicho, enojado por algo absurdo.

El recorrido de ese lugar hasta casa fue corto, pero incomodo. Ninguno de los dos había emitido palabra alguna hasta que llegamos. Me di cuenta que mi comentario había estado fuera de lugar, ya que por consecuencia, se desato lo que sucedió después.

-¿Que hay de comer?- Le pregunto enojado.
-¿Ahora se te da por no saludar? Buenísimo eh, siempre igual cuando viene Ulises vos.
-A mi hijo no lo metas, ¿Escuchaste? Yo no digo nada de tu mo..

Sin saludar a nadie, subí las escaleras, llame a mi hermanastra y me encerré en mi pieza con ella. No iba a tolerar que ella pase por lo que yo pase.

-Eu, vení, ¿queres jugar un dominó mientras escuchamos música?-Le propuse
-Hey! Uli! Viniste! Hace mucho que no venías, y yo te extrañaba. Obvio que quiero.

Las partidas se prolongaron demasiado, tanto así que terminamos de comer cuando nos llamaron a cenar. La voz de ella se notaba angustiada y quebrada de tanto gritar. La voz masculina ni se escucho. 

Durante la cena, nadie dijo nada. Se podía cortar la tensión del ambiente con una leve brisa que entraba por la ventana. Los nervios que mi hermanastra y yo sentíamos nos dificultaba comer, por lo que ambos accedimos a irnos al living y esperar mi horario de partida.

-Pequé... Si pasa algo, mañana llamame y contame, ¿Si?
-Si Ulii, esta bi..-
-No, no lo están- La interrumpí- Es por eso que te digo esto. Llamame y hablamos, si ? Te quiero.
-Yo también.

Le di un beso en la mejilla y me fui. En ese tiempo no podía volver solo, así que mi viejo me acompaño con su cara de orto y humor inestable.

La noche paso sin nada interesante pero al mirar mi teléfono supe que me había equivocado. Ella decidió enviarme mensajes en vez de llamarme. Supuse que fue porque creía que era mas seguro.

Las cosas habían empeorado notablemente, la policía fue a ese lugar a unas pocas horas de haberme ido. No quise preguntar que paso, ya estaba cansado de las decepciones. Respire profundo e intente imaginar lo mejor de lo peor, al mismo tiempo que respondía el mensaje.

Lo que leí en respuesta fue algo que no creí leer nunca: El había empujado a ambas y los gritos despertaron a los vecinos... De hecho, ellos fueron quienes llamaron a los militsos.

Emprendí una campaña por ocultar lo que ocurrió esa noche, pero estaba mas que convencido que eso fue lo que desato el principio del fin. Nuestro fin. 

martes, 7 de mayo de 2013

Sociedad

Vamos a avanzar como país el día que las minas dejen de creerse bipolares histéricas y los pendejos abandonen el complejo de "Pirata hijo de puta".